Un estudio en Nutrients de 2025 revisó ensayos en animales y humanos sobre coenzima Q10, un antioxidante clave en la producción de energía celular. Los autores analizaron su impacto en memoria, atención y flujo sanguíneo cerebral en adultos, muchos con enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas. Los resultados fueron mixtos, aunque varios trabajos mostraron mejoras modestas en funciones cognitivas y marcadores de estrés oxidativo.
Para la vida diaria, este tipo de evidencia sugiere algo importante. El estado del corazón, los vasos sanguíneos y las mitocondrias, las centrales energéticas de las células, influye directamente en cómo funciona el cerebro con la edad. Cuidar la salud cardiovascular y la energía celular no solo se refleja en la tensión arterial o el colesterol, también en claridad mental y agilidad cognitiva.
Qué analizó el estudio sobre coenzima Q10 y función cognitiva
El trabajo publicado en Nutrients es una revisión de estudios preclínicos y ensayos clínicos con coenzima Q10 en diferentes contextos. Incluye doce estudios en animales y ocho ensayos en humanos, con adultos sanos mayores, personas con insuficiencia cardiaca, hipertensión, deterioro cognitivo, Alzheimer, Parkinson, fatiga crónica y otros trastornos neurológicos.
En conjunto, varios estudios en animales mostraron mejoras claras en memoria y aprendizaje, junto con menos daño oxidativo en el cerebro. En humanos, los efectos fueron más discretos. Cuatro de ocho ensayos clínicos detectaron beneficios en alguna dimensión cognitiva o en el flujo sanguíneo cerebral, mientras otros no encontraron diferencias. Los autores señalan diferencias de dosis, duración y formulaciones como posibles causas de estos resultados tan variados.
Cómo conecta la coenzima Q10 la salud del corazón con la del cerebro
La coenzima Q10, también llamada ubiquinona o ubiquinol según su forma, vive sobre todo en las mitocondrias. Allí participa en la cadena de transporte de electrones, un proceso que permite fabricar adenosín trifosfato, o ATP, la moneda de energía de las células. Los órganos que más energía consumen, como corazón y cerebro, dependen especialmente de este sistema.
Con la edad, la producción interna de coenzima Q10 disminuye y aumenta el estrés oxidativo. Esto significa más radicales libres y menos capacidad de las células para neutralizarlos. El estudio revisa ensayos donde suplementar coenzima Q10 se asoció con mejor función de bombeo del corazón, ligera reducción de la presión arterial y mayor flujo sanguíneo, incluido el cerebral. Un riego más eficiente facilita que el tejido nervioso reciba oxígeno y nutrientes, algo esencial para mantener la función cognitiva.
Además, varios trabajos en modelos de Alzheimer y Parkinson describen menos inflamación, mejor funcionamiento mitocondrial y menor acumulación de proteínas dañinas en el cerebro tras la administración de coenzima Q10. En términos sencillos, cuando las células gestionan mejor la energía y el daño oxidativo, el entorno del cerebro es más favorable para conservar memoria y atención.
Hábitos diarios que apoyan la misma fisiología que la coenzima Q10
La revisión recuerda que la coenzima Q10 es solo una pieza de un sistema más amplio. Los mismos procesos que deterioran el corazón, como inflamación crónica, hipertensión o colesterol descontrolado, también se asocian con peor rendimiento cognitivo. Por eso, los hábitos que cuidan el sistema cardiovascular suelen beneficiar también al cerebro.
En la práctica, esto significa priorizar una alimentación rica en verduras, frutas, legumbres, frutos secos y pescado, con menos azúcares añadidos y grasas trans. Mantener un peso saludable, moverse a diario y realizar ejercicio aeróbico moderado varias veces por semana ayuda a mejorar la función vascular y la sensibilidad a la insulina, factores que el estudio relaciona con mejor preservación cognitiva.
El descanso suficiente, la gestión del estrés y evitar el tabaco completan este enfoque. Son medidas sencillas que reducen la carga de estrés oxidativo y favorecen una circulación más eficiente. En ese contexto, el papel de nutrientes específicos como la coenzima Q10 se entiende mejor, como un apoyo adicional a procesos que ya se están cuidando con el estilo de vida.
Cómo un complemento cardiovascular puede relacionarse con la coenzima Q10 del estudio
El trabajo en Nutrients pone el foco en la coenzima Q10 como nexo entre metabolismo energético, salud cardiovascular y función cognitiva. Aunque la formulación concreta de PROTECARDIO no se detalla aquí, el eje que conecta corazón y cerebro es el mismo que recorre toda la revisión. El mensaje central es claro, cuando el sistema cardiovascular funciona mejor, el riego cerebral y el entorno metabólico del cerebro también se benefician.
En ese marco, un complemento diseñado para apoyar la fisiología cardiovascular tiene un interés evidente para adultos que quieren cuidar su colesterol y su circulación como parte de una estrategia más amplia de envejecimiento saludable. El estudio revisado muestra que intervenciones sobre la energía celular y el estrés oxidativo, como la suplementación con coenzima Q10, pueden asociarse con mejoras en marcadores de función cardiaca y, en algunos casos, con un mejor rendimiento cognitivo.
Este tipo de formulaciones se entienden como un apoyo a los mecanismos naturales del cuerpo, nunca como sustitutos de una alimentación equilibrada ni como soluciones milagrosas. Están pensadas para personas adultas que ya prestan atención a su dieta, actividad física y control de factores de riesgo, y que buscan un refuerzo fisiológico adicional en el terreno cardiovascular.
Complemento cardiovascular pensado para adultos que desean apoyar sus niveles de colesterol dentro de un estilo de vida saludable.
Qué podemos extraer de este estudio para el día a día
La revisión en Nutrients concluye que la coenzima Q10 tiene un potencial interesante para apoyar mecanismos que sostienen la cognición, como la energía mitocondrial, el control del estrés oxidativo y la salud cardiovascular. Sin embargo, los resultados en humanos son heterogéneos y los autores reclaman ensayos más largos y mejor diseñados.
El mensaje práctico es prudente pero claro. Cuidar el corazón, la presión arterial, el colesterol y la capacidad de las células para gestionar la energía es también una forma de cuidar el cerebro a largo plazo. La combinación de hábitos de vida consistentes y, cuando tiene sentido, el uso responsable de complementos específicos, puede ayudar a sostener un envejecimiento más activo tanto a nivel físico como mental.
Este contenido es informativo y no sustituye el consejo de un profesional sanitario.
Preguntas frecuentes
¿Qué es exactamente la coenzima Q10 y por qué se relaciona con el envejecimiento?
La coenzima Q10 es una molécula que participa en la producción de energía dentro de las mitocondrias. Sus niveles internos disminuyen con la edad y esto se asocia con más estrés oxidativo y menor capacidad de las células para funcionar con eficiencia.
¿El estudio demuestra que la coenzima Q10 mejora la memoria en todas las personas mayores?
No. La revisión recoge resultados mixtos, con algunos ensayos que muestran mejoras en ciertos aspectos cognitivos y otros que no encuentran diferencias. Los autores insisten en que se necesitan estudios más grandes y homogéneos antes de sacar conclusiones firmes.
¿Por qué la salud cardiovascular influye tanto en la función cognitiva?
El cerebro depende de un flujo sanguíneo constante para recibir oxígeno y nutrientes. La hipertensión, la rigidez arterial o el colesterol mal controlado dañan los vasos sanguíneos, lo que a largo plazo se asocia con peor rendimiento cognitivo y más riesgo de deterioro.
¿Tiene sentido cuidar el colesterol si me preocupa la agilidad mental futura?
Sí. El estudio destaca que la misma fisiología que protege al corazón suele proteger al cerebro. Mantener un perfil lipídico saludable, junto con ejercicio y buena alimentación, se relaciona con mejor preservación de la función cognitiva con el paso de los años.
¿Qué papel pueden tener los complementos cardiovasculares dentro de un plan de envejecimiento saludable?
Pueden aportar un apoyo adicional sobre rutas como el metabolismo de las grasas, el estrés oxidativo o la función vascular. Su efecto tiene más sentido cuando se integran en un estilo de vida que ya cuida alimentación, movimiento y control de factores de riesgo.
