DHA y fosfatidilserina: dos mejor que uno

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En este artículo hablaremos sobre la relación entre el DHA y la fosfatidilserina y su importancia para la salud del cerebro y de los ojos. Hacemos especial mención sobre la importancia del DHA durante el embarazo, ya que es particularmente importante durante el desarrollo fetal, y los primeros años de vida del bebe. El DHA han demostrado también ser fundamental en la prevención del deterioro cognitivo y estudios indican su efecto positivo en la reducción de los síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). La fosfatidilserina vegetal es un nutriente relativamente reciente, puesto que la mayoría de los estudios realizados se han basado en la fosfatidilserina del cerebro bovino. En este articulo hablaremos de las diferencias entre ambos tipos de fosfatidilserina y de los últimos estudios clínicos con la fosfatidilserina vegetal.

¿Qué es el DHA?

El nombre DHA o ácido docosahexaenoico es un tipo de ácido graso poliinsaturado de la serie omega 3 (AGP omega 3), que se encuentra de manera natural, en alimentos de origen marino, como el pescado (especialmente pescados grasos de agua fría, como salmón, caballa, atún, arenques, y sardinas) y en mariscos. Las nueces y semillas también, poseen AGPs omega 3, sin embargo, estos son compuestos sobre todo por el ácido α-linolénico (ALA). El ALA debe convertirse en DHA y en EPA (ácido eicosapentaenoico, otro importante AGPs omega 3), antes de que su cuerpo pueda utilizarlo para algo más que simplemente producir energía. Sin embargo, este proceso de conversión es ineficaz en humanos. Solo un pequeño porcentaje de ALA se convierte en EPA, y aún menos en DHA.

¿Quieres saber más?

En este otro artículo de nuestro blog, hablamos con más detalle sobre los AGPs omega 3 DHA y EPA, sus diferencias frente a los los AGPs omega-6 y los acidos grasos omega-9:

Omega 3: ¿Qué es y por qué es tan importante?

¿Qué es la fosfatidilserina?

La fosfatidilserina es un fosfolípido esencial, más precisamente un glicerofosfolípido, constituido por unidades estructurales compuestas por una molécula de glicerol unida a dos unidades de ácidos grasos (a través de un enlace éster), y una unidad de serina fosforilada (a través de un enlace fosfoéster).

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Los fosfolípidos son lípidos (grasas) anfipáticos, que se encuentran en todas las membranas celulares de plantas y animales, disponiéndose como bicapas lipídicas. Su propiedad anfipática permite tener regiones hidrofílicas e hidrofóbicas en la misma molécula, lo que es esencial para el mantenimiento de la integridad de las membranas celulares.

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La fosfatidilserina está distribuida por todo el cuerpo, ya que todas las células de nuestro organismo la necesitan por igual, ejerciendo un papel fundamental en la estabilidad estructural de las membranas celulares. Si bien está distribuida por todo el cuerpo, se encuentra en mayor cantidad en las células de órganos con alta actividad metabólica, como los pulmones, corazón, hígado, músculo esquelético y, sobre todo, en la corteza cerebral (o materia gris). Debido a su carácter aniónico, la fosfatidilserina se une a varias proteínas y participa en muchos procesos biológicos. En el cerebro, la fosfatidilserina influye en la conducción de los impulsos nerviosos (neurotransmisión) y en la creación de nuevas conexiones sinápticas1.

La plasticidad neuronal, llamada así por Ramón y Cajal en 1894, es la capacidad de las neuronas de cambiar o crear nuevas conexiones sinápticas, en respuesta a la experiencia y el aprendizaje.

¿Cuál es la relación entre el DHA y la fosfatidilserina en el cerebro?

El DHA es el AGP omega 3 más importante en el cerebro, ya que tanto el ácido eicosapentaenoico (EPA) como el ácido α-linolénico (ALA) están presentes en cantidades muy pequeñas2. El DHA constituye más del 90% los AGPs omega 3 del cerebro y el 10% al 20% de sus lípidos (grasas) totales, estando presente principalmente en la materia gris (o sustancia gris), bajo la forma de fosfolípidos como la fosfatidilserina y la fosfatidiletanolamina, y en menor cantidad como fosfatidilcolina3, 4. En el caso de la fosfatidilserina, el DHA, representa el 30% de todos los ácidos grasos de este fosfolípido5. El DHA también es relativamente abundante en la retina, constituyendo aproximadamente 50% de todos los ácidos grasos de las neuronas fotorreceptoras6, 7.

¿Qué hace el DHA tan importante para el cerebro?

Se sabe que el DHA atraviesa fácilmente la barrera hematoencefálica, lo que podría ayudar a explicar su elevada presencia en los fosfolípidos de las membranas neuronales como la fosfatidilserina2. Por tratarse del ácido graso más poliinsaturado de la familia omega-3, con 22 carbonos y 6 enlaces dobles con configuración cis, el DHA presenta una estructura con “varias curvas” debido a sus dobles enlaces con configuración cis, lo que impide que las unidades estructurales de los fosfolípidos que constituye la bicapa lipídica se encuentren muy empaquetadas. Esta característica confiere a la membrana celular de las neuronas una mayor fluidez, flexibilidad y permeabilidad, muy necesaria para una multitud de procesos fisiológicos vitales8, 9, como por ejemplo la liberación de neurotransmisores, la función de fotorreceptor, la transducción de señales, la diferenciación y el crecimiento neuronal10.

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DHA en la lactancia y en los primeros años de vida

De hecho, se sabe que el DHA adquiere un rol preponderante en la formación de neuronas (neurogénesis) y de las sinapsis (sinaptogénesis), particularmente en el desarrollo fetal y durante los primeros dos años de vida11. En consecuencia, el estado nutricional del DHA de la madre pregestacional, gestacional y durante la lactancia representa una etapa crítica para el desarrollo cerebral y visual del niño12, 13. Varios estudios correlacionan niveles altos de DHA en la sangre de la madre y en la leche materna, con un mayor desarrollo cerebral y visual de su hijo14. Un análisis estadístico multivariado demostró que una ingesta deficiente de DHA durante el embarazo, aumenta el riesgo de una menor agudeza visual15. Estos hallazgos indican que la suplementación con DHA durante el embarazo y la lactancia, puede ser muy importante para garantizar un aporte correcto de DHA en el lactante, con la consecuente obtención de un mejor desarrollo visual y neurológico del niño15.

DHA y TDAH

La ingesta de DHA parece ser también importante para la prevención del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Varios estudios clínicos han verificado que los niños con TDAH suelen presentar niveles bajos de DHA16-18 y la suplementación dietética con este nutriente parece inducir mejoras en los síntomas16, 17. El efecto benéfico del DHA estará relacionado con su acción sobre la fluidez de las membranas neuronales, fundamental para el normal flujo de neurotransmisores como la dopamina y serotonina, que se encuentran afectados en los portadores de TDAH19. De hecho, los estudios ambientales han identificado el déficit en la ingesta de DHA por parte de la madre pregestacional, gestacional y durante la lactancia, como un factor importante de riesgo no genéticos de TDAH12, 13, 20.

DHA y deterioro cognitivo

Sobre la base de varios estudios científicos, se ha demostrado el efecto protector de los AGPs DHA y EPA sobre las células nerviosas, tanto en estudios en humanos21 como en animales22 y sus mecanismos de acción se han investigado con mayor detalle en modelos celulares in vitro23. Por ejemplo, en un interesante estudio con ratas portadoras de diabetes mellitus, la suplementación con AGP omega 3 concentrado en DHA permitió prevenir el deterioro anatomofuncional en las neuronas, cuadro característico de la neuropatía diabética24, y también reducir el daño oxidativo y los problemas de aprendizaje (modelo en el laberinto acuático de Morris) en ratas con lesión cerebral traumática25. En otro estudio, ratas alimentadas con una dieta pobre en DHA, presentan trastornos de aprendizaje y de la función cognitiva, efectos que se revierten al recuperar la suplementación con DHA 26.

Teniendo en cuenta la importancia del DHA para el normal desarrollo del cerebro, muchos investigadores se han preguntado si este podría tener alguna relación con la enfermedad de Alzheimer. De hecho, la investigación ha demostrado que el DHA se encuentra en niveles reducidos en el cerebro de personas que han fallecido por esta enfermedad27. Se ha postulado que la neuroprotectina D-1 (NPD-1), una substancia que se sintetiza en nuestro organismo a partir del DHA, podría ser el responsable por sus propiedades neuroprotectoras. Según algunos estudios, la NPD-1, tendría la capacidad de disminuir la generación de citoquinas proinflamatorias y de reducir la formación de los depósitos amiloides en el cerebro28.

Actualmente se postula que los AGP Omega-3 DHA y EPA pueden ser utilizados como parte integrante del tratamiento de múltiples neuropatologías, además de la neuropatía diabética y la enfermedad de Alzheimer, entre las que destacan la enfermedad de Parkinson29, 30, la esclerosis múltiple31 y la depresión32.

De acuerdo con el Panel científico de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el ácido docosahexaenoico (DHA) contribuye al mantenimiento de la visión en condiciones normales y a mantener el funcionamiento normal del cerebro. El efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 250 mg de DHA33. El DHA-PS de Nutribiolite proporciona 500 mg de DHA por dosis diaria.

¿Qué hace la fosfatidilserina tan importante para el cerebro?

La concentración de fosfatidilserina en nuestro organismo disminuye conforme pasan los años, principalmente a partir de los 5O años, y esta disminución está relacionada con una disminución de las capacidades cognitivas34. Aunque el organismo es capaz de sintetizar fosfatidilserina a partir de otros fosfolípidos (fosfatidilcolina y fosfatidiletanolamina), este proceso es complejo y tiene un elevado gasto energético cuando comparado con la incorporación directa a partir de la dieta35. Desafortunadamente, la fosfatidilserina no está presente de manera abundante en la mayoría de los alimentos. Las plantas aportan una cantidad muy baja de este nutriente y los alimentos de origen animal, a excepción del cerebro, tienen cantidades modestas. Por este motivo, la suplementación ha sido un recurso muy utilizado para regular los niveles de fosfatidilserina en el organismo. Esta atraviesa fácilmente la barrera hematoencefálica y alcanza concentraciones significativas en el cerebro4.

Fosfatidilserina de origen vegetal

Quizás una de las problemáticas en la suplementación de la fosfatidilserina es que, hasta ahora, ésta era extraída del córtex del cerebro bovino, órgano extremadamente rico en este y otros fosfolípidos. De hecho, muchos estudios científicos que han verificado los efectos beneficiosos de la suplementación con fosfatidilserina se han llevado a cabo con fosfatidilserina de origen animal, proveniente del cerebro bovino. No obstante, debido a las preocupaciones con la encefalopatía espongiforme (popularmente conocida como la enfermedad de las vacas locas), su empleo en complementos alimenticios y alimentos fue prohibida en la Unión Europea, y solo se permite su uso en fármacos. La particularidad de la fosfatidilserina del cerebro bovino es la presencia de DHA en su estructura. Como alternativa, los laboratorios de complementos alimenticios y vitaminas utilizan fosfatidilserina de origen vegetal. Esta es mucho más segura y se obtiene mayoritariamente de la lecitina de soja o de girasol. La diferencia con respecto a la fosfatidilserina animal es que la de origen vegetal no tiene DHA incorporado en su estructura. En su lugar, esta contiene unidades de ácido oleico y linoleico.

Aún no se ha descifrado exactamente el mecanismo de acción nootrópica de la fosfatidilserina vegetal, pero los estudios en animales indican que su consumo frecuente incrementa el metabolismo de la glucosa el cerebro36 y aumenta el número de receptores de neurotransmisores cerebrales como la acetilcolina37, tal como ocurre con la fosfatidilserina del cerebro bovino.

Aunque todavía no existen muchos estudios clínicos publicados sobre la suplementación con fosfatidilserina vegetal, podemos considerar que la evidencia es suficiente para justificar su incorporación en complementos alimenticios para la nutrición cerebral. De hecho, varios estudios clínicos evidencian los beneficios de su suplementación, en la mejora de los síntomas de trastorno de la memoria asociado con la edad (TMAE) 38-43, la reducción de los síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) 44, 45, de depresión en personas mayores46, 47 y de fatiga en atletas48-50.

De momento, la normativa reguladora en materia de alimentos no autoriza el uso propiedades saludables sobre la fosfatidilserina vegetal. Si le interesa introducir este nutriente en su plan de suplementación, le sugerimos que consulte la bibliografía científica para obtener más información sobre este nutriente.

Fosfatidilserina vegetal y el deterioro cognitivo

Un grupo de investigadores del Departamento de Geriatría del Hospital Kaplan de Israel fue, en 1995, el primero en estudiar el efecto de la suplementación con fosfatidilserina vegetal (de la soja) en personas mayores con trastorno de la memoria asociado con la edad (TMAE). Según los investigadores se observó una mejora de los síntomas de TMAE, especialmente en las pruebas de memoria visual38. Estudios posteriores han corroborado la relevancia de esta suplementación en ancianos, encontrando una relación directa entre su ingesta y la mejora de las capacidades cognitivas (Schreiber, S. et al.39, Crook T.H.40, Asano et al.41, Kato-Kataoka et al.42, Richter et al.43). Las cantidades de fosfatidilserina utilizadas en estos estudios clínicos variaron de 100 mg a 300 mg por día.

Cabe destacar el ensayo clínico doble ciego liderado por Kato-Kataoka et al.42 del Central Yakult Institute de Kunitachi en Tokyo, realizado en 2010 con 78 ancianos japoneses con TMAE. Los investigadores estudiaron el efecto de la suplementación de 100 y 300 mg/día de fosfatidilserina vegetal en la mejora de los síntomas de TMAE, habiendo observado un efecto positivo importante en el rendimiento cognitivo, especialmente en el subgrupo de sujetos que presentaron puntuaciones muy bajas en los test de evaluación cognitiva antes de iniciar el tratamiento. Otra observación interesante de este estudio fue que tanto la suplementación de 100 mg como la de 300 mg produjeron los mismos resultados.

Fosfatidilserina vegetal y TDAH

El interés por la suplementación con fosfatidilserina en niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se debe a que los niños con este trastorno suelen presentar niveles bajos de fosfatidilserina en áreas del cerebro como los ganglios basales y la corteza prefrontal51, 52, a las que se dirigen los medicamentos para el tratamiento del TDAH53.

En 2006, investigadores de la Universidad de Okayama en Japón publicaron un estudio piloto para evaluar los posibles efectos benéficos de la suplementación con fosfatidilserina vegetal en un grupo de 15 niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), con edades de entre 6 e 12 años44. Los investigadores observaron una mejora significativa de los síntomas del TDAH tras una suplementación de 200 mg de fosfatidilserina vegetal durante 2 meses. Por tratarse de un estudio piloto, este carecía de un grupo de control, y serviría simplemente como base para la realización de un estudio clínico posterior. Finalmente, en 2013, los investigadore publican los resultados de un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo con 36 niños con edades comprendidas entre 4 y 14 años, con TDA. En este estudio se redujo la suplementación de fosfatidilserina vegetal a una toma diaria de 100 mg, lo que fue suficiente para producir mejoras significativas en los síntomas de TDAH, como la mejora de la memoria auditiva a corto plazo, la memoria de trabajo y el rendimiento mental ante estímulos visuales45.

Fosfatidiliserina vegetal y AGPs omega 3

Debido a sus efectos sobre la bioquímica cerebral, se ha sugerido que la suplementación con fosfatidilserina vegetal y DHA podría ayudar el manejo de los síntomas del deterioro cognitivo que tiene lugar durante el envejecimiento normal o patológico. En efecto, se encuentran descritos en bibliografía varios metanálisis de estudios clínicos realizados con ancianos con deterioro mental moderado, que indican que la administración prolongada de fosfatidilserina animal o vegetal46 y de AGP omega-3 ricos en DHA54, podría mejorar los parámetros cognitivos y conductuales, en particular la atención, la memoria, las alteraciones del sueño y los síntomas de depresión55.

Cabe destacar la estricta relación entre la ingesta de DHA y la producción natural de fosfatidilserina. Estudios en animales han revelado que una dieta rica en DHA estimula la producción de fosfatidilserina en las células neuronales, en la cual el DHA se encuentra incorporado en su estructura56, 57. Como se ha referido anteriormente, la presencia de DHA en las bicapas fosfolipídicas de fosfatidilserina de las membranas de las células neuronales, es muy necesaria para su correcto funcionamiento.

Si cada uno de estos nutrientes, por sí solo, puede ayudar a controlar los síntomas del deterioro cognitivo, una combinación de ambos sería una opción ventajosa, sobre todo teniendo en cuenta la relación entre el DHA y la fosfatidilserina en el cerebro.

A modo de ejemplo, destacamos un estudio llevado a cabo en 2015 por investigadores de la facultad de medicina de la Universidad de Mie en Japón, en el cual estudiaron el efecto de la suplementación combinada de 100 mg de fosfatidilserina vegetal con 119 mg de DHA y 70 mg de EPA en la mejora de los síntomas de depresión en ancianos47. Los participantes del estudio fueron personas mayores de 65 años que no habían respondido anteriormente al tratamiento con antidepresivos. Tras 12 semanas de suplementación, la escala de depresión de Hamilton (que mide el nivel de depresión) fue significativamente mejor en los sujetos que tomaron el suplemento. También se observó una estabilización en los niveles de cortisol salival y en el ritmo circadianos en estos individuos.

DHA y fosfatidilserina: dos mejor que uno

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El DHA-PS de Nutribiolite es una excelente alternativa para su suplementación combinada de DHA y fosfatidilserina. Cada dosis diaria recomendada aporta 500 mg de DHA 100 mg de EPA de origen sostenible Omegatex®, y 100 mg de fosfatidilserina proveniente de la lecitina de girasol (libre de soja) Sharp-PS Green®, distribuidos en dos mini cápsulas softgel muy fáciles de tomar.

Este producto no tiene contraindicaciones y puede ser tomado por mujeres embarazadas o que pretendan quedarse embarazadas. Es una excelente forma de garantizar un aporte diario de DHA, importante para el desarrollo normal del cerebro y de la visión del bebé 33, 34. El panel científico de la EFSA destacó, además, que el beneficio de la ingesta de este nutriente se aplica también a todas las edades33, por lo que lo recomendamos para la población adulta y especialmente para las personas mayores.

_Los ácidos grasos omega 3 DHA y EPA de DHA-PS son de la prestigiosa marca española Omegatex®, procedente de aceite de pescado obtenido de fuentes sostenibles y con calidad farmacéutica. No se usan disolventes, altas temperaturas o condiciones agresivas durante los procesos de purificación. El producto no tiene ningún olor dado que la eliminación de restos de olor se hace a través de un método patentado exclusivo de Omegatex®.

_La fosfatidilserina de DHA-PS es de la reconocida marca Sharp-PS Green®, y se obtiene a partir de semillas de girasol de fuentes sostenibles en Europa. Es, por tanto, un producto sin OGM y libre de soja, completamente seguro para personas alérgicas a este ingrediente.

Conclusión

El DHA y la fosfatidilserina son constituyentes fundamentales de las membranas celulares de las neuronas del sistema nervioso central y fotorreceptoras de la retina. Estos dos nutrientes están íntimamente relacionados, y de ellos depende la flexibilidad y fluidez de las membranas neuronales. Esta característica es, necesaria para multitud de procesos fisiológicos vitales, como, por ejemplo, permite que las proteínas de la membrana y los neurotransmisores puedan tener la movilidad que requieren sus funciones. La falta de estos nutrientes durante las primeras fases de vida está relacionada con problemas neurológicos en los niños y un porcentaje no despreciable, continúa en la etapa adulta. La suplementación e la fase adulta ha permitido observar mejoras de los síntomas, siendo particularmente importantes en la tercera edad.

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